05 noviembre 2011

Concierto de Wilco en Donostia


Wilco, Etc.

Fecha y lugar.
03/11/2011. Auditorio Kursaal. Donostia. Intérpretes. Jeff Tweedy (guitarra, voz), John Stirratt (bajo), Nels Cline (guitarras), Glenn Kotche (batería), Pat Sansone (guitarra, teclados), Mikael Jorgensen (teclados). Incidencias. Aforo completo. El telonero Jonathan Wilson ofreció un set de tres cuartos de hora y el de Wilco duró dos horas.

HABRÍAMOS ganado en tranquilidad sin leer ni media línea del aluvión de crónicas que los medios publicaron tras los conciertos de Wilco en Madrid y Barcelona. Tanto panegírico encendido y unánime sobre la-mejor-banda-de-rock-del-mundo-mundial solo sirvió para acudir a la cita del jueves en el Kursaal acogotado, con miedo y hasta cierto sentido de la responsabilidad. "¿Y si no me gusta? ¿Si tocan peor que en ocasiones anteriores?".

La respuesta llegó dos horas después de que Jeff Tweedy y sus apóstoles le echaran un par de acordes al comenzar con One Sunday Morning, esa irresistible balada de doce minutos capaz de desarmar al oyente más desalmado. Al borde del mutismo, -bajo su sombrero con pluma azul, el líder apenas se disculpó por su "horrible" castellano y dio "grasias" por la invitación a una ciudad a la que no les importaría mudarse-, ofrecieron después más temas del flamante The Whole Love (2011). Canciones como Art of Almost, I Might, Black Moon, Dawned on Me o Capitol City brillaron pulcras y con un nivel de perfección que a algunos ha terminado por parecerles obsceno. Es innegable que todo está meticulosamente medido y calculado en el show de Wilco, sin apenas espacio para la improvisación. Los riffs, las distorsiones, las caricias a la batería, las maravillosas armonías vocales, los efectos que escapan del arsenal de pedales de esa infalible bestia parda llamada Nels Cline, su magistral solo de Impossible Germany e incluso las lamparitas que se encienden cuando el pianista toca una u otra tecla en Ashes of American Flags... Poco o nada se deja al azar y las canciones, por poner una sola pega, suenan muy parecidas a las grabaciones de estudio.

Sin embargo, los de Chicago saben gestionar con inteligencia su virtuosismo, no para gustarse a sí mismos sino para hechizar al público, que es de lo que se trata. Y así, lo que en otras formaciones deriva en puro exhibicionismo, en Wilco resulta un espectáculo mayúsculo, en especial por ese juego de intensidades que manejan como nadie. La suya es una prodigiosa mezcla de contención y liberación, un tira y afloja con la audiencia a la que primero masajean y después sacuden con contundentes andanadas sonoras. A veces, incluso, ambas cosas -la tempestad eléctrica y la calma acústica-, acontecen al mismo tiempo. Como en esa sincronizada gema bipolar, Via Chicago, que en directo es una experiencia casi sobrenatural: uno solo puede asistir con los puños cerrados y el estómago constreñido a la imagen de Tweedy cantando y tocando la guitarra acústica mientras aguanta estoico el furioso chubasco musical desatado por sus compañeros.

Fue precisamente Yankee Hotel Foxtrot (2002) el segundo álbum que más visitaron para rescatar, entre otras, I am Trying to Break Your Heart, Radio Cure -tocada por primera vez en esta gira europea-, Heavy Metal Drummer o la soberbia Jesus, Etc. De otros trabajos discográficos recuperaron I´ll Fight, Hummingbird, Handshake Drugs y un colofón tan precioso como inesperado: The Lonely 1. Atrás quedaban las dudas y los miedos iniciales. La actuación del Kursaal fue maravillosa, épica, memorable, delicada, perfecta, emocionante y un largo etcétera de epítetos que, no por reiterativos o mayoritarios, resultan menos ciertos. Nunca asistir a un concierto previsible fue tan gozoso...

Crónica publicada el 5 de noviembre de 2011 en Noticias de Gipuzkoa.


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