15 noviembre 2011

Concierto de Wye Oak y Callers en el Aquarium


20.000 decibelios de conciertos submarinos

SI
alguien sometido a un sonido de 110 decibelios puede sufrir daños en el oído, imaginen cómo le afectarían los 20.000 decibelios a los que alude esta crónica: no solo saltarían por los aires su tímpano, martillo, yunque y estribo, sino también, probablemente, la sesera al completo. Pero que la realidad no nos estropee un titular con guiño a Jules Verne. Y menos si este glosa la impresionante y contundente experiencia musical que acogió el auditorio del Aquarium.

The War on Drugs y Micah P. Hinson inauguraron en septiembre el Homeless Music Festival -ese genial invento concebido como club de conciertos especiales en sitios no habituales-, y la segunda entrega la protagonizaron el domingo Callers y Wye Oak, que actuaron ante el gran acuario del Palacio del Mar, poblado de peces grandes, chicos y una enorme y fea morena (marina) que se pasó a saludar a mitad de función.

Espectadores y músicos no disimularon el asombro provocado por tan singular emplazamiento. En más de una ocasión, los intérpretes se giraron y, sin dejar de tocar, contemplaron boquiabiertos a las criaturas marinas que nadaban a sus espaldas. Y si la cita fue sorprendente para los humanos, no lo fue menos para los peces, que huyeron en estampida al primer golpe de batería de Callers.

El trío neoyorquino gustó por su rock arty, nada árido, y por la cimbreante voz de la cantante y guitarrista Sara Lucas, que hizo equilibrismos vocales sobre las melodías dibujadas por sus versátiles compañeros -el percusionista lo mismo se manejaba con modos de frágil batería de jazz que soltaba una de las cajas y la tocaba en plan batucada-.

Por mucho que el tópico insista en que los peces apenas tienen tres segundos de memoria, los del Aquarium tardarán en olvidar las furiosas descargas del dúo de Baltimore Wye Oak. Su vocalista Jenn Wasner, también fémina y guitarrista, hizo retumbar el cristal de la enorme pecera alternando acordes coléricos y suaves, mientras que Andy Stack le daba a la baqueta con una mano y a los teclados con la otra. Una deliciosa fiesta submarina que se despidió hasta el 7 de enero, fecha de la nueva entrega del Homeless. Un nombre familiar pero aún sin confirmar comienza a sonar con fuerza: The Pains of Being Pure at Heart. ¿La ubicación? Los organizadores no sueltan prenda, pero prometen aún más espectacularidad. ¿¡Más!?

14 noviembre 2011

Concierto de Cowboy Junkies en el Kursaal


No cabalgan solos

Fecha y lugar. 10/11/11. Sala de Cámara del Kursaal. Donostia. Intérpretes. Margo Timmins (vocalista), Michael Timmins (guitarras), Peter Timmins (batería), Alan Anton (bajo), Jeff Bird (mandolina, armónica). Incidencias. Más de medio aforo completo. Al finalizar el concierto, Margo apareció en el vestíbulo para charlar con sus fans y firmar discos.

Llevan cinco lustros en la carretera y una veintena de discos con los que se han labrado una merecida fama de grupo de culto sin hacer demasiado ruido -mediático porque del otro ruido van sobrados cuando afilan sus guitarras-. Pese a su condición de outsiders, los Cowboy Junkies no cabalgan solos, y menos en Donostia, donde se les esperaba desde tiempos inmemoriales. De ahí que el jueves, salvo por algún despistado como el que suscribe, casi toda la audiencia del Kursaal estuviera formada por seguidores incondicionales, ansiosos por adentrarse en los hermosos paisajes sonoros de una banda que mezcla, con acierto y mucho gusto, rock, folk, country y blues.

Los canadienses dividieron la función en dos partes claramente distintas y el primer set lo dedicaron a sus canciones más recientes, agrupadas por una suerte de proeza o locura -según se mire- que consiste en autoproducir cuatro discos en 18 meses. El proyecto se llama The Nomad Series y su tercera entrega, Sing in my Meadow, ha visto la luz hace escasas semanas. Precisamente la pieza que da título a ese álbum abrió el concierto en el que después también se escucharon A Bride's Price, Continental Drift, 3rd Crusade y Late Night Radio, que sonaron mansas en unas ocasiones y salvajes en otras, siempre introducidas por la risueña Margo Timmins, adicta a las rosas rojas y las infusiones.

De Demons, el segundo volumen que incluye solo temas del fallecido Vic Chesnutt, interpretaron la bella See You Around -la canción predilecta de la dicharachera Margo, según confesó ella misma-, mientras que del primer disco de la serie nómada eligieron la homónima Renmin Park, que hizo temblar de emoción al público con solo tres elementos: la voz de la pelirroja cantante, la guitarra acústica de su hermano Michael y la evocadora mandolina del artista invitado Jeff Bird, que por una vez no sonó electrificada como en el resto del concierto. Acto seguido, a modo de transición, el trío accedió a la petición que un fan había formulado en el foro de la web de Cowboy Junkies y tocó To Love Is to Bury, extraída del célebre The Trinity Session (1988).

Aquel trabajo -grabado en una iglesia durante 24 horas y con un solo micro de ambiente- incluía una gloriosa versión de Sweet Jane que en su día Oliver Stone coló en la banda sonora de Asesinos natos (1994) y que antes de ayer inauguró la segunda parte de la actuación, con sonidos eminentemente velvetianos primero y con una interpretación hipnótica después. Le siguió Me and the Devil de San Robert Johnson y otras joyas del Trinity como la balada Misguided Angel o el blues Working on a Building. Enfilado el final, Good Friday dio paso a una soberbia y celebrada versión del Don't Let It Bring You Down de Neil Young.

En los bises homenajearon de nuevo a Chesnutt con la maravillosa Wrong Piano y se despidieron, sobrecogedores, con otra delicada ración acústica de voz, guitarra y mandolina. Los acordes de la mítica Powderfinger, también del compatriota Young, rubricaron la sobresaliente actuación de un grupo que, tras 25 años de coherencia y buena música, merecería ser mucho más (re)conocido y cabalgar junto a un número mayor de espectadores.

Publicado en Noticias de Gipuzkoa el 12 de noviembre de 2011.